Ketty-parece?
Era como estar dentro de un cubo. La zanahoria puede cortarse en cubos o tal vez de la forma más tradicional, la más elegida en las casas argentinas: aplicando el famoso y ponderado corte juliana, así, ¿ve? Finito y largo, de esta manera, vamos consiguiendo. Ketty estaba intacta, permanecía sonriente, con esa sonrisa que no se termina de jugar del todo, tímida y poco elocuente, anodina y con algo de andina, se había vuelto un tanto hirsuta con la edad. Su pelo flotaba como una nube, sus aros perlas aparecían de vez en cuando entre esos algodones flotadores, tratando de conversar con su collar. Así, si la cámara me sigue, vamos poniendo estos tomatitos cherry en forma de collar sobre esta bandeja, alrededor de la tapa de nalga recién salida del horno, ¿ve que sencillo? Estos ajíes van esparcidos un poquito por aquí, ¿ve?, ajíes que le puede comprar a cualquier boliviana en la calle, yo siempre digo que las bolivianas tienen los mejores ajíes ¡y baratitos señora! Sostiene en sus brazos un plato que ha logrado insuperablemente al sonido rimbombante del plín del microondas. Tiene puesto un vestido rojo, de un rojo navideño. Mire que rojo, qué rojo tan navideño el de esta manzana deliciosa, ¿ve? Las señoras en la calle, me preguntan: Ketty querida, cuando voy al supermercado, ¿cómo sé cuando la manzana está a punto? Querida televidente, introduzca sin que nadie la mire, la uña de su dedo pulgar sobre la superficie manzanera, presione con ganas, metale con fuerza, así, ¿ve?, vea como despide esas burbujitas y hace clac. Por algún motivo extraño, como extraído del nudo de una historia del cine fantástico, después de tantos libros publicados con recetas, después de tanta doctrina diseminada, el libro mismo, o lo que es lo mismo: el mismo libro, se la había tragado. Si le mete la uña, y resulta que usted se encuentra con un colchón arenoso, ahí nomás abandone esa fruta en el canasto, yo siempre les recomiendo, ojo, hay que higienarse las uñas antes, ¿eh? No vaya a ser cosa. El mismo libro, su última publicación, la había hecho parte de su cuerpo teórico, literalmente hablando. El título del mismo (libro) entonces, no podía ser otro. Lo que sea, usted y yo (ese yo, se había agregado una vez tragada la porción Piroleana, soslayando la demanda legal). Ahora señor director, ponga por favor la receta en la pantalla. ¿De qué valía desesperarse? ¿Cuál era el precio de perder la cordura? Ketty tomó el delantal de la introducción y comenzó a relatar sus recetas, capítulo uno, descongelar, capítulo dos, comida rápida, dedicatoria, índice y algún que otro epígrafe con papas. Gracias señor director, muy amable. Millones de amas de casa, abrían el libro y sentían como si Ketty les hablara. Cosa extraña. El horno auto-limpiante, Usted y yo. Los canales (Utilísima y Magazine específicamente) comenzaron una búsqueda ante la desaparición. Cosa inútil. El microondas, usted. Después circularon rumores de que Ketty había viajado a Miami, con una propuesta de cocina latina en vivo (“Latin Viv Cocin with Pirolou”) en la avenida Collins (entre el hotel de Madonna y el puesto de limonada de Susana Romero), qué bien Ketty, cómo se fue para arriba, comentaban sus competidoras señalando en el mapa a Canadá, dicen que le pusieron un puestito en la calle, como a las bolivianas de acá, ¿viste?, pero mucho más elaborado, el primer mundo es otra cosa, parece que Arjona le compuso la cortina. ¿Del programa? No, la del living, que no andaba-andando-bien. Su archi-enemiga, Chela Amato Negri (con la que se encuentra en una puja incesante, en un eterno litigio de recetas) declaró: “¿Con quién se habrá encamado esta hija de buey?”. Pablo Codevilla agachó la cabeza y de los nervios, le salió otra peca. La pobre Ketty absorbida por sus propias palabras. Eso que tanto se dice en las sesiones de diputados de la nación: “comete tus propias palabras”, qué giro tan inesperado, como que se le adelantaron a la Ketty y se la devoraron a ella antes de poder razonar. Cosa de locos. Yo, el microondas. Es como estar en un cubo. Señora ahora se relaja y se toma un Cuba libre hasta que el disco o la bandeja de vidrio, lo que viene a ser lo mismo, deje de girar. Ah pero miren a mi asistente, Silvita, ahí viene y me trae el plato terminado, decorado, gracias Silvita, andá lavando eso, y esto y esto querida, así es como queda, si la cámara lo toma, ahí esta, ¿ve?: El microondas, usted y yo.
Agradecimientos varios para V.C. por su prolífica imaginación
martes, 29 de enero de 2008
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1 comentario:
El corte Juliana es finito, como su nombre lo indica. Las mujeres llamadas juliana suenan finitas, estiradas, largas, tal vez por la J, que da la sensación de estirarse para arriba, como las jirafas, que también empiezan en J y terminan en cola.
El corte Mariana sería más cuadradito arriba, macizo.
El corte Tatiana pisa fuerte, tiene base grande.
El corte Luciana es vaporoso, con lo cual no es un corte: no se puede dividir lo gaseoso.
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